“Si uno es honesto le va bien en la vida”: panadero que devolvió $8 millones.

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El pasado 9 de julio el nombre de Carlos Sandoval acaparó los principales titulares de los medios de comunicación en Manizales.

No porque se tratase de una figura pública, pero su acto de integridad y honradez en una sociedad cada vez más acostumbrada sobre noticias de robo y estafa, sin lugar a dudas evocaron ese popular adagio de ‘volver a creer en la humanidad’.

Ese sábado 9 de julio, Carlos Sandoval se encontraba en el centro de Manizales. Desde allí decidió tomar un taxi para devolverse a casa, pues ya había concretado sus diligencias personales.



Una vez a bordo del vehículo, notó que a su lado había un maletín, que seguramente le pertenecía al pasajero anterior, con el cual se alcanzó a tropezar y que notó, estaba un poco ebrio.

Carlos también advirtió que el conductor no había alertado la presencia del maletín, del que sobresalían algunos billetes de $50.000 y en un acto de impulso, decidió tomarlo.

“Pasaban muchas cosas en mi cabeza, incluso pensé que el maletín podía ser del conductor pero ¿quién deja algo así? Lo tomé y cuando llegué a mi casa lo abrí, y allí me di cuenta que no habían los $200.000 que alcanzaba a ver a grandes rasgos, sino que exactamente habían ocho millones de pesos” relató Carlos Sandoval.

Esta cifra no es nada despreciable, y menos para un emprendedor hecho a pulso como Carlos, que en el año 2014 inició vendiendo pan de bonos en el patio de una casa en la que vivía alquilado, y que poco a poco, gracias a su disciplina, pudo convertir en una de las panaderías más reconocidas en Manizales.


Enseñanzas de infancia

“Sí pensé en utilizar el dinero, pero entonces me acordé de una profesora, Margot Figueroa, que cuando yo estudiaba en el Centro Educativo Palermo en Bogotá siempre me decía: ‘Mono, hay que ser honestos, porque si uno es honesto le va bien en la vida’”.

La enseñanza de aquella maestra, aunque había sido dada hace mucho tiempo, quedó en la cabeza y el corazón de este bogotano, quien decidió entonces hacer público su hallazgo para así asegurarse que actuaba con rectitud. “Mi ética es siempre hacer las cosas bien”, dice.

Por eso, acudió al comando de Policía más cercano y una vez allí le contó a un policía el hallazgo millonario, buscando colaboración con el agente luego de que en el maletín, además de encontrar el dinero, hallara también un pasaporte.

De inmediato se dio aviso a las centrales, con el fin de que estuvieran atentos a cualquier denuncia de un ciudadano que informara sobre la pérdida del millonario monto.

Una vez notificadas las autoridades, los medios de comunicación de Manizales conocieron la cruzada que estaba liderando Carlos para encontrar el dinero, por lo que a través de sus canales publicaron la historia y menos de 24 horas después, apareció el dueño.

“El domingo 10 de julio hablamos, y yo le dije que él tenía que demostrar que ese dinero era de él, y que para mayor transparencia, se efectuaría la devolución el día lunes, frente a las autoridades y los medios de comunicación.

“El día de la entrega el señor estaba nervioso, y tenía miedo de los medios de comunicación porque sentía que lo iban a tratar como un ‘bobo’, pero cuando demostró que era su dinero, y se lo entregué, cada vez que me miraba lloraba” sostuvo Carlos Sandoval.

Bendecido para bendecir

Lo que no se esperaba Carlos, es que en señal de agradecimiento, el dueño del maletín, decidiera darle un millón de pesos como recompensa.

En ese momento, según relata el panadero, es como si Dios hubiera tomado en cuenta un compromiso que había adquirido previamente.

Hacía unos días, Carlos había conocido la historia de una persona de escasos recursos, a quien había prometido ayudar para que saliera de las dificultades económicas que atravesaba. Pese a lo limitado de su presupuesto, la intención de ayudar al prójimo seguía en pie y el dinero recompensado iba a servir “para ayudar más de lo que tenía pensado”.

Así que sin discutir, Carlos cuenta que fue hasta la casa de esta persona que estaba necesitando ayuda, y con el dinero que había recibido por su noble gesto “le pagó el arriendo y los servicios”.

Aunque sí se ha encontrado con comentarios que indican que hubiera hecho mejor quedándose con el dinero, Carlos es enfático en recalcar que no hay dinero que pueda pagar la satisfacción del deber cumplido, el reconocimiento de las personas y sobre todo ser referente de honestidad e integridad en su ciudad.

Asimismo, menciona que el dar a conocer esta historia ha permitido que más personas se interesen en conocer su negocio, que ha ido presentando un crecimiento de sus ventas.

“Es muy lindo sentir el cariño de la gente. Yo empecé en el patio de una casa, cuando quise abrir el negocio una persona me fió todas las cosas de la panadería, y ahora al verla grande y la forma en la que la gente le ha interesado conocerme, me hace recordar que hay que luchar por los sueños” puntualiza.

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