El deseo de su mamá para que regresara a la ciudad era el mismo de la fanaticada verde. Se fue antes de cumplir los 20 años.
Han pasado 16 años desde el día que David Ospina nos recibió en su casa de Medellín, en el sector de La Mota, donde se puso el uniforme que el club francés Niza le había enviado como futuro integrante de la plantilla. Aún con cara de niño, pues no había cumplido los 20 años y el fútbol lo enfrentaba a un reto internacional, llegando directamente a Europa, se notaba inquieto, pero convencido de sus condiciones para triunfar.
Vivía con sus padres Lucía Ramírez y Hernán Ospina (murió en 2019), y su hermana Daniela (exesposa de James Rodríguez) que jugaba en la Selección Antioquia de voleibol.
En el hogar había alegría por el logro de David, pero al mismo tiempo tristeza porque aparte de las concentraciones y viajes con Nacional las selecciones juveniles de Colombia, nunca se habían separado. Pero había llegado el momento de que el mayor de la casa abriera sus alas en busca de la élite del fútbol.
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