Cereté sufre el pico más alto del suicidio en toda su historia, el último ocurrió en la vereda El Caño del Padre

Por: Domingo Rosso Aguas Director Zona Norte Comunicaciones.


¿Qué está pasando en este municipio para que en una quincena, tres personas hayan tomado la decisión de quitarse la vida?; ¿Qué historias se tejen detrás de cada uno de estos episodios dolorosos?; ¿Qué debemos hacer para detener la perdida de tantas vidas?; son algunos de los interrogantes que mucha gente de este municipio podría estar haciéndose ante la oleada de muertes por causa del suicidio.

El último de estos casos se conoció sin mayor trascendencia, luego que Leiber Roberto Salgada Padilla, un hombre 44 años de edad y quien, según sus familiares, además de sufrir diabetes, había perdido la visión hacia aproximadamente 5 años, tomara la decisión de poner punto final a sus días al ingerir un tipo sustancia venenosa que le causó la muerte, siendo encontrado por sus familiares la mañana del 15 de septiembre en la parte trasera del patio de su casa en la mencionada vereda, sector periurbano del municipio.

Como también lamentablemente se recordará la mañana del 12 de este mismo mes, en una vivienda del barrio Santa Paula, fue encontrado el cuerpo de un joven de 22 años, hijo de una docente y nieto de un profesor pensionado y excretor de una importante institución educativa.

Asimismo hay que decir que el 31 de agosto, la ciudadanía cereteana y cordobesa no salía del asombro al ver que la casa de la presidenta del Concejo de este municipio, Yazmín Ramos, ardía en llamas, y que dentro se encontraba el cuerpo de sus esposo, A riel Osorio, tendido con un impacto de bala en la cabeza que se habría pegado el mismo.

Todas estas ocurrencias nos deben llevar a pensar que detrás de cada suicidio, hay historias que muchas veces no se conocen por decisión de la persona suicida, decisiones familiares, reserva procesal, o bien sea por la dinámica de cada caso en particular, u otra circunstancia. Ante lo delicada de esta situación, urge la necesidad de llegar al fondo, a la raíz del problema para conocer en cada caso a nivel particular y del orden colectivo el motivo o los motivos para saber realmente lo que está pasando, y con estos resultados poder disponer de un insumo o patrón como herramienta para afrontar este mal que, como es evidente, se aguza cada vez más y más.

Si bien se puede considerar como un problema de salud pública, es importante que como sociedad podamos conocer el grado de responsabilidad que nos cabe dentro de la problemática. Ha sido muy evidente que nuestro sistema de salud ha sido frágil, débil para afrontar problemas de menor complejidad, pero urge algún tipo de acción que vaya mucho más allá del campo de la prevención, o analizar sí lo que se está haciendo necesita algún tipo de redireccionamiento.

Para nadie es un secreto que partimos de una realidad, y es que el suicidio nos está arrancando vidas, incluso desde temprana edad, y es aquí donde cabe analizar todos los factores que podrían estar incidiendo en la problemática, incluso desde el tipo de inversión que se hace en la sociedad en los diferentes campos, bueno si es que se hace, en la cultura, deporte, recreación, inversión en el campo, calidad de vida, etc…

Por el momento lo que debemos tener claro es que las sociedades no pueden convertirse en una especie de dado dentro de una caja que al menor impulso este golpeado con todo tipo de problemas, para nadie es un secreto que las familias necesitamos de contextos sanos, alternativas que nos lleven a pensar que ocupamos un espacio importante para sí mismo, la familia, para nuestro entorno. Y por eso no debemos quedarnos cruzado de brazos esperando un titular de prensa que siga contabilizando los suicidios en Cereté en Córdoba y Colombia.

Si hubiese habido un seguimiento profesional en el caso Leiber Roberto, quien a sus 8 años no volvió a ver a su mamá, porque un día salió y ha sido como si se la hubiese tragado la tierra, porque hace más de 35 años que la familia no sabe que pasó con ella, y que a sus 14 años atentó contra su vida tomándose un veneno pero que por fortuna no logró su propósito, y que quizás su mal carácter obedecía al desprendimiento a temprana edad de su madre, pero que su familia demasiado humilde, impotente y un estado falto de responsabilidad nada hizo para intentar de llenar esos vacíos a través de la ayuda profesional, y que para colmo de males se le viene una enfermedad que terminara dejándolo ciego, y apartado hasta de sí mismo.

Este solo caso en particular demarca una falta de compromiso de toda una sociedad cuyos líderes políticos se e ufanan en la creación de leyes y más leyes, pero que en la realidad poco o nada importa que la gente siga muriendo por causas que bien puedan evitarse.

Espere la nota periodística donde empezaremos a buscar la madre del finado Roberto. Su familia clama por verla.

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