
En Cereté, Córdoba, el panorama urbano parece más una sátira que una realidad. La gestión de la basura por parte de Seacor y Coraseo ha alcanzado niveles dignos de un “manual de cómo no hacer las cosas”. Los camiones recolectores han adoptado un cronograma impredecible, dejando a los ciudadanos en una lucha diaria contra montañas de desechos. Las calles no solo están sucias, sino que se han convertido en exposiciones públicas de desorden.

El mercado público, antes un espacio de encuentro comunitario, ahora es casi un campo de batalla de olores y suciedad acumulada. Los comerciantes y compradores se enfrentan a condiciones insalubres que hacen que la experiencia de comprar se transforme en un reto de supervivencia.
La situación no solo afecta a Cereté. Otros municipios de Córdoba han alzado la voz ante lo que parece ser una gestión regional deficiente. Los ciudadanos no saben si reír o llorar ante la falta de soluciones. ¿Será que Seacor y Coraseo están experimentando con un modelo de “caos organizado”?

Las quejas no dejan de llegar, pero la acción parece ser más lenta que un caracol cruzando una autopista. Los habitantes exigen respuestas y una intervención seria para poner fin a esta crisis que afecta la calidad de vida de toda la región.
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