Jeny Ruiz se convirtió en un nuevo testimonio de fe y esperanza, luego de pasar tres meses internada en una unidad de cuidados intensivos y vencer la COVID-19.
El 27 de febrero, justo el día en que cumplía sus 54 años, las oraciones de su familia solo rogaban por su pronta recuperación, pues ese mismo día, esta enfermedad obligó a que Jeny fuese internada.
Su hija, Zaira Buelvas, la define como una mujer entregada a Dios y llena de fe, la misma fe que hoy la mantiene viva.
“Mi mamá una mujer de fe, una mujer de entrega constante a Jesús de la misericordia, una mujer que siempre nos dice que confiemos y nos abandonemos en un Dios de amor, en un Dios de milagros. Lo que siempre le daba miedo de esta pandemia, con sus propias palabras: miedo a encerrarme y a no poder estar con ustedes todo el tiempo”, dijo llena de esperanza.
Desde la mirada del personal médico esta se convierte en una historia que merece la pena contar. Fueron 85 días en los que esta mujer estuvo conectada a un respirador y sus pulmones parecían no resistir más. Por momentos, los profesionales de la salud sentían que se enfrentaban en una batalla de la que no saldrían victoriosos.
“Han sido meses difíciles en medio de una unidad conectada a un respirador mecánico, que era su salvavidas , con unos pulmones que cada vez mostraban más deterioro. 85 días conectada a esa máquina, sus hijas y familiares esperanzados en recibir una mejor noticia, pero pasaban los días y era complicación tras complicación”, contó la médico intensivista Indira Torralvo.
“Tuvimos días en que ambas partes sentimos que perdíamos la pelea, pero no nos dejamos y seguimos luchando. Traqueostomizada, con una debilidad muscular generalizada, hace un par de días ocurre lo que desde hace mucho estábamos esperando, Jeny se logra quitar el respirador. Hoy nos sentimos orgullosos porque sabemos que no fue fácil para ella, una guerrera encerrada 3 meses en una UCI, y para el equipo médico que realizó una hermosa labor”, agregó.
Hoy, un día de las madres, es Jeny quien da el mejor regalo a sus hijas. Libró una verdadera batalla y está a solo días de regresar a su hogar con los suyos. Con una mirada hacia arriba, recordó que “aquel que cree, Dios lo ve”.
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