Deivis, el joven que pasó de dormir en la calle a tener su propia barbería: “perseverancia y constancia”

En la bulliciosa ciudad de Santa Marta, en la costa colombiana, se teje la historia de Deivis Tua, un joven venezolano cuyo coraje y determinación han dejado una huella imborrable en su nueva patria adoptiva. Su relato es una amalgama de lucha, amor y sacrificio, delineando los contornos de un sueño forjado en la fragua de la adversidad.

Nacido en Barquisimeto, Venezuela, Deivis creció bajo el influjo de unos padres que, con tesón, le inculcaron el valor del trabajo. Desde temprana edad, se sumergió en diversos oficios, desempeñándose como albañil y comerciante, pero su pasión innata por la barbería siempre permaneció latente. Desde los primeros trazos de su infancia, entre tijeras y peines, Deivis encontró su vocación, convirtiendo cada corte en una expresión de su arte y destreza.

“Empecé a trabajar duro porque en mi casa mis padres me enseñaron a mí y a mis hermanos, a ganarnos las cosas con buenos valores”, dijo Deivis.

Sin embargo, las turbulencias económicas y sociales que sacuden a su tierra natal lo obligaron a emprender un viaje incierto en busca de horizontes más prometedores. Atravesando fronteras y dejando atrás los recuerdos añejos, Deivis se embarcó en una travesía hacia Colombia, un país vecino que le ofrecía la promesa de oportunidades.

El viaje no fue sencillo. Arraigado en la incertidumbre, Deivis enfrentó la dureza del camino sin un techo donde cobijarse ni recursos que mitigaran el hambre que lo asediaba. No obstante, su espíritu indomable y su determinación inquebrantable le sirvieron de brújula en medio de la tormenta.

“En mi país la situación económica es terrible. Por esa razón me vine a guerrearla. Aquí pasé hambre, las primeras semanas fue durísimo, no tenía donde dormir, lo hacía en el suelo. Hasta que por fin me dieron la oportunidad de trabajar en un salón”, recordó con nostalgia el barbero, que entre otras cosas, asegura sentirse más samario que el morro.

Con el paso del tiempo, la fortuna pareció sonreírle. Santa Marta, con su calidez y su gente acogedora, le abrió las puertas a un nuevo comienzo. En las entrañas de la ciudad, Deivis encontró refugio en el arte de la barbería, labrando su destino entre los mechones de sus clientes, quienes pronto reconocieron en él un talento excepcional.

Pero la verdadera luz en su camino fue el amor. Encontró en los brazos de una mujer el apoyo incondicional que necesitaba para crecer y prosperar. Esa mujer que dejó en su país y que lo esperaba ansiosamente. Juntos, tejieron sueños y vieron florecer un amor que se materializó en el nacimiento de una pequeña, el motor que impulsaba el latir de su corazón.

Y así, entre risas y lágrimas, entre alegrías y desafíos, Deivis erigió su propio imperio en forma de una barbería: D’Guaros Barber. Un espacio donde el talento y la camaradería se entrelazan, donde las historias se comparten al ritmo de las cuchillas y donde el espíritu de solidaridad y hermandad se respira en cada rincón.

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