Jesús Manuel Quintero Vásquez y Ángel David Algarín Caraballo son una muestra de que la inclusión es posible y de que, con el apoyo adecuado, las barreras pueden ser superadas.
A sus 22 años, Jesús Manuel Quintero Vásquez está a punto de cumplir uno de sus sueños: graduarse como Licenciado en Educación Física, Recreación y Deporte de la Universidad de Córdoba. A 70 kilómetros de distancia, en el lugar de desarrollo Sahagún, Ángel David Algarín Caraballo inició, hace un año, sus estudios en la Licenciatura en Educación Infantil. Aunque cada uno sigue su propio camino, ambos comparten la voluntad de superar cualquier obstáculo y una discapacidad sensorial auditiva que no les ha impedido avanzar hacia sus metas.
Jesús Manuel es estudiante de décimo semestre y desde su ingreso en 2020, ha contado con el apoyo del intérprete de lengua de señas, José Francisco Ardila Herrera. Este apoyo ha sido crucial para su éxito académico y personal, permitiéndole integrarse plenamente en las actividades de su programa académico. Por su parte, Ángel David también ha recibido un valioso soporte. Acompañado por el intérprete José Alfredo Arroyo Sáez, continúa su formación en un ambiente inclusivo que le permite desarrollar sus habilidades y conocimientos. Además, los estudiantes cuentan con un apoyo psicosocial integral proporcionado por profesionales de la Oficina de Bienestar Institucional, quienes les ofrecen orientación y herramientas para afrontar los retos académicos y personales, asegurando que tengan las mismas oportunidades de éxito. Como ellos, otros siete estudiantes con discapacidad auditiva escriben sus historias de superación en la alma mater de los cordobeses. Estos jóvenes, han enfrentado grandes retos y son un ejemplo del poder transformador de la educación.
Historias que inspiran Jesús Manuel reside en el barrio Los Recuerdos, al sur de Montería, junto a su madre Edith, su padrastro y su hermano menor, quien también tiene discapacidad sensorial auditiva, pero aún no ha tenido la oportunidad de ingresar a la universidad. La vida de Jesús Manuel cambió cuando, en su último año de bachillerato en la Institución Educativa Santa Rosa de Lima, un compañero oyente lo animó a inscribirse en la Universidad de Córdoba. Aunque al principio tuvo dudas, especialmente por no saber cómo se adaptaría, decidió aceptar el desafío y se inscribió en 2020.
Las primeras semanas fueron difíciles; sin conocer a nadie, se sintió solo y desconectado. Sin embargo, pronto conoció a José Francisco Ardila Herrera, su intérprete de lengua de señas, quien se convirtió en un apoyo para su vida académica. Con el tiempo, Jesús Manuel se adaptó y afianzó su relación con compañeros y docentes, además, en la actualidad logró un contrato de trabajo con Indeportes, logro que llena de orgullo a este joven que aspira a ser docente para enseñar deporte a niños con su misma discapacidad.
“Mi meta es graduarme y trabajar, y ya estoy logrando mi propósito”, precisa Jesús Manuel.
Ángel David también es ejemplo de superación. Desde pequeño, convivió con otros compañeros con discapacidad sensorial auditiva en la Institución Educativa Nacional José María Córdoba. Ahora, en la universidad, su vida ha dado un giro positivo gracias al apoyo que ha recibido.
José Alfredo Arroyo Sáez, su intérprete de lengua de señas, ha sido fundamental en este proceso. Para Ángel, la oportunidad de estudiar en la Universidad de Córdoba es un logro personal y un paso hacia su sueño de ayudar a otros niños a superar sus barreras.
“Me siento feliz porque sé que me voy a graduar de esta universidad”, señala el joven estudiante, quien vive con una tía en Sahagún, mientras su padre trabaja como mecánico en La Y, y su madre en Bogotá. Ángel agradece el apoyo brindado por la institución, que le ha permitido superar dificultades y soñar con un futuro lleno de oportunidades. Estas historias reflejan el esfuerzo y la valentía de los estudiantes, así como el compromiso de la Universidad de Córdoba en crear un entorno donde todos puedan alcanzar sus sueños.
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