Jesús Romero Castillo se graduó como Licenciado en Educación de la Universidad del Magdalena.
Vestido con toga y sombrero vueltiao, como un homenaje al campo – de donde proviene – Jesús Romero Castillo, recibió, a sus 70 años, el título de Licenciado en Educación básica con énfasis en Humanidades, otorgado por la Universidad del Magdalena.
Con una sonrisa que reflejaba la satisfacción por haber derrotado los miedos que le generaba enfrentarse a nuevos retos, llegó a la ceremonia en el Campus, acompañado de dos hijas y cuatro nietos.
A pesar de las diferencia de edades, en varias décadas, sus compañeros siempre lo acogieron. La solidaridad y el respeto primó por quien quizás podría ser su padre y en algunos casos el abuelo.
Sus amigos de estudio siempre lo impulsaron por eso entre ellos hubo felicidad plena por el título del que consideran “un ejemplo de superación”.
Luego de recibir el diploma de manos del director del Centro para la Regionalización de la Educación y las Oportunidades -CREO- Wilson Velásquez, manifestó que “la Universidad del Magdalena me salvó la vida”.
Recordó que hubo una época en la que literalmente se fue al piso. Una pandemia a la que sobrevivió y que lo puso a enfrentarse a una tecnología de la que poco conocía, un accidente de tránsito que lo llevó a una clínica y dificultades económicas, fueron vicisitudes que superó gracias al apoyo de familiares y compañeros de estudio.
“Mi paso por esta Alma Mater ha sido de las experiencias más maravillosas, y en el camino me encontré con ángeles que me impulsaron a lograr lo que siempre había querido, por eso les agradezco y le doy gracias a Dios por sus vidas”, anotó visiblemente emocionado.
Oriundo de Magangué, Bolívar, y nacido en una finca cercana a la cabecera municipal, Jesús Romero, considera que “para aprender nunca es tarde”, y sostiene que “siempre hay un nuevo conocimiento que descubrir y una oportunidad para aprender”.
Por eso ahora quiere seguir adelante con la maestría en educación, pues asegura que su propósito “es quedarme como catedrático en los centros zonales de la Universidad del Magdalena”.
A pesar de haber nacido en un hogar sencillo, con un padre campesino que no sabía leer ni escribir y una madre citadina pero que por amor se mudó al campo, Romero se graduó de bachiller en Medellín, en donde estudió teología, aunque dice que esto no era suficiente en sus aspiraciones.
Dice que se dedicó a la educación porque a través de ella puede transmitir proyectos de vida y anota que “más que un maestro o profesor, soy formador”.
La motivación más grande para este adulto mayor y hoy licenciado, siempre ha sido servir, por eso anuncia que compartirá sus saberes con jóvenes de escasos recursos de una granja escolar integral, proyecto que dirige hace un tiempo.
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