Vilma Fuentes, una madre en Honduras, vivió una montaña rusa de emociones cuando recibió una videollamada de su hijo durante lo que ella creía era su velorio. Vilma había sido informada de que su hijo había sido víctima de un tiroteo y había muerto. El cuerpo que le entregaron estaba tan desfigurado que no pudo ser identificado por su rostro.
A pesar de la confusión y el dolor, Vilma procedió a darle al cuerpo desconocido un adiós digno, creyendo que estaba despidiendo a su hijo. Sin embargo, en medio del velorio, recibió una llamada que cambiaría todo: era su hijo, vivo y bien, llamando desde la frontera con los Estados Unidos.
El alivio y la alegría indescriptible de Vilma al descubrir que su hijo estaba vivo contrastaron fuertemente con el dolor y la tristeza que había estado sintiendo. Mientras Vilma celebraba el regreso de su hijo a su vida, el cuerpo sin identificar recibió un adiós respetuoso de aquellos que aún estaban en la incertidumbre. Los detalles de quién era ese joven y cómo había llegado a ese trágico destino siguen siendo un misterio.
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