“Mi hija por la que tanto me endeudé me engaño”: padre de la universitaria asesinada en Necoclí.

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Luis Eduardo Romero, padre de la universitaria Luisa Romero Hoyos, puso el dedo en la llaga al decir ayer que una seguidilla de mentiras por parte de su hija y de Sonia, la dueña de la pensión donde ella vivía, y también del hombre que la llevó a ella a Necoclí, donde finalmente fue asesinada en confusos hechos, envuelve toda esta dolorosa historia.

“Debo reconocer que mi hija, por la que tanto me endeudé para pagarle sus estudios de enfermería y la pensión donde vivía en casa de Sonia Lisbeth Portillo Páez en el barrio Juan XXIII de Montería, me engañó y al resto de la familia con mentiras y hoy esa desobediencia de no andar por ahí le costó la vida. Me dijo a mí y a su madre que estaba en la casa en Montería cuando hablamos el sábado por celular y ya para ese entonces estaba en Necoclí dizque en un hotel. Eso me dijo después Sonia, a quien yo le transfería 650 mil pesos por la pensión. Ella ahí no pagaba por una pieza sino por todo (alimentación y lavado)”, precisó ayer el papá, 8 días después del fatal paseo al Urabá que él desconocía.

La mala noticia

Precisó que el lunes, Sonia lo llamó para pedirle que se viniera urgente para Montería y él preguntó “qué le pasó a mi hija”. Presentía lo peor porque escuchó un llanto. El padre de la joven exigió que se le dijera la verdad por teléfono para poder viajar desde Puerto Libertador a Montería, porque de lo contrario no viajaría.

“Fue así como me explicó que a mi hija la había matado dizque un venezolano al que le dieron un chance cuando regresaban de Necoclí con el otro señor, al que no conozco, y que en un atraco ese venezolano la había matado. En ese momento fue que me percaté de que el sábado cuando hablé con Luisa ella me mintió porque cuando le advertí de los peligros del paro armado ella me dijo: tranquilo, papi, que yo no salgo de la pensión para ninguna parte, y estaba era en Necoclí y nadie de la familia lo sabía. Creo que Sonia debió decírmelo antes y no cuando ya a mi hija la habían matado”, narró con dureza el ofendido y dolido padre.

El otro señor al que él se refiere es Luis Carlos Portillo Páez, hermano de Sonia, la dueña de la casa donde vivía Luisa y quien seguramente desconocía que la joven le había dicho a varios amigos que viajaría a Necoclí, con la persona que había iniciado una relación, y que allá les entregarían una plata.

Piden justicia

Hoy, tanto Luis Fernando Romero como Flavio Baquero, padre del Flavio Baquero Garzón a quien hicieron pasar inicialmente como venezolano atracador y al que una turba en Necoclí linchó por el homicidio de Luisa Romero, piden a la justicia que el caso se estudie a fondo hasta llegar a la verdad de una situación que aún tiene muchos cabos sueltos.

A Luisa Romero la mataron de varios balazos de pistola 9 milímetros, pero la pistola no aparece y no está claro de quién era y quién realmente la accionó, porque ella no quedó muerta dentro del carro en el que se habría presentado una pelea entre Luis Carlos y Flavio Baquero, sino afuera, en la carretera.

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