Este miércoles se conoció el fallecimiento de Gilberto Rodríguez Orejuela, uno de los jefes del cartel de Cali, preso en una cárcel de Estados Unidos. Conocido con el alias de El Ajedrecista, sufría una larga lista de padecimientos. Poco después de su extradición a Estados Unidos, en 2004, sufrió un infarto.
En su momento le diagnosticaron cáncer de colon, de próstata, hipertensión, gota y trastornos psiquiátricos. El capo permanecía en la cárcel federal de Butner, en Carolina del Norte.
Rodríguez Orejuela fue capturado el 9 de junio de 1995. El Bloque de Búsqueda lo encontró escondido en una caleta de una lujosa casa en Cali.
En ese entonces, El Ajedrecista era el narcotraficante más poderoso, tras sobrevivir a una guerra declarada del cartel de Cali contra Pablo Escobar, que incluyó la bomba contra el edificio Mónaco, en Medellín, donde vivía la familia del capo antioqueño. Su organización incluso patrocinó a los Pepes, el escuadrón que lo persiguió. Después de la muerte de Escobar, el Ajedrecista y su hermano Miguel se convirtieron en los narcos más buscados, y se calcula que movieron hasta el 80 por ciento de la producción mundial de cocaína.
La justicia en Colombia condenó a Gilberto Rodríguez a a 12 años de cárcel, pero solo pagó siete. Quedó libre tras una polémica decisión de un juez, que le rebajó la pena por buena conducta. Pero meses después lo capturaron de nuevo y lo extraditaron a Estados Unidos, donde enfrentó un juicio por el envío de cientos de kilos de cocaína. Así se convirtió en un trofeo de las autoridades gringas. El capo colombiano más poderoso estaba recluido en una prisión federal.
Su hermano Miguel está preso en otra prisión, en Carolina del Norte. En 2016, ambos reaparecieron en Colombia, por medio de pantallas, en audiencias en las que procesaban a sus familiares por lavado de activos. Ahí se veía a Gilberto Rodríguez como un anciano canoso y deteriorado. “Una condena de 25 años a mi edad es cadena perpetua”, le dijo a SEMANA en los tiempos de su extradición. Según su sentencia, el Ajedrecista quedaría libre en 2034, a sus 95 años.
Con la pandemia de coronavirus, la defensa del excapo se jugó la carta de la pandemia para reforzar la petición de libertad, con el objetivo de que pasara sus últimos años de vida junto a su familia en Colombia.
Sin embargo, el juez Federico Moreno desestimó aplicarle a Rodríguez Orejuela la Ley del Primer Paso, aprobada en Estados Unidos en 2018 para descongestionar cárceles, con la que ya han salido más de 3.000 reclusos. En la corte del Distrito Sur de Florida pesó más el recuerdo del peligroso señor de la droga que la imagen del anciano enfermo que presentó su defensa, encabezada por el abogado David Oscar Markus.
Recientemente se conoció que Gilberto Rodríguez Orejuela quería comparecer ante la Comisión de la Verdad para contar su versión de la influencia del narcotráfico en la política en Colombia. Había una gran expectativa por lo que pudiese contar de la financiación de la campaña presidencial de Ernesto Samper, en los años 90.
“Soy consiente que todos los que hemos tenido alguna relación con el poder político, económico o militar tenemos la mayor culpabilidad de la tragedia que ha vivido el pueblo colombiano, en los últimos cincuenta años. Por lo tanto, ir ante ustedes a contribuir con mi culpa, y con lo que sé de lo que sucedió en Colombia con la verdad histórica, es un imperativo moral que me obliga, como colombiano, como ser humano y como hijo de Dios”. Y agrega, “También soy consiente de que este ejercicio, aparentemente noble, si no se hace con absoluta humildad sincera, sin condiciones, es un ejercicio inútil”, aseguró Rodríguez Orejuela, en una carta a la Comisión de la Verdad.
“Finalmente, y solo para aclarar algunas insinuaciones periodísticas que han aparecido, solo aspiro a dos cosas: que mi testimonio sea reservado, con absoluta prudencia, y que sea personalmente con el miembro o los miembros de esta comisión que ustedes dispongan. Con el sentimiento de admiración y respeto, Gilberto Rodríguez Orejuela”, decía la comunicación.
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