Polémica por el milagro que le atribuyen al papa emérito Benedicto XVI

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10 días de la muerte del papa emérito Benedicto XVI, su legado sigue saliendo a flote: un supuesto milagro, que tuvo lugar hace más de una década, tiene a los feligreses conmocionados.


Se trata de Peter Srsich, un joven estadounidense de, para ese entonces, 17 años, que encontró en el papa Benedicto XVI mucho más que un saludo reconfortante. El fallecido expontífice le devolvió la fe y le dio fuerzas para luchar, luego de que un cáncer etapa cuatro amenazace con arrebatarle la vida.
Justo antes del final de su tercer año en la escuela secundaria, una simple tos cambió el rumbo de Peter Srsich para siempre. Acababa de llegar de un viaje en canoa a Minnesota cuando, de repente, una fatiga que nunca había sentido antes, junto con la tos que no desaparecía, prendió las alarmas.

Lo que en un inicio parecía neumonía, resultó ser una masa del tamaño de una pelota de béisbol en su pulmón izquierdo. “Colapsó mi pulmón izquierdo y estaba presionando mi corazón”, señaló Srsich en diálogo con ‘Denver Catholic’ en noviembre de 2021.

Aunque al inicio los médicos no estaban seguros si se trataba de un tumor canceroso, varios exámenes confirmaron lo peor: el joven de 16 años tenía un linfoma no Hodgkin en etapa cuatro que le anticipaba un largo y doloroso tratamiento.
De acuerdo con La Sociedad Americana Contra El Cancer, el linfoma no Hodgkin es un cáncer que comienza en los glóbulos blancos y, por lo tanto, ataca el sistema inmunológico del individuo. Si no se trata, los linfomas pueden propagarse a otras partes del sistema linfático e, incluso, a otras partes del cuerpo como el hígado, el cerebro o la médula ósea.



Con un fatídico diagnóstico a sus espaldas, Srsich se sometió a un tratamiento de siete rondas de quimioterapia y 21 días de radiación. El Children’s Hospital en Aurora, Colorado, se convirtió en su segundo hogar, y el sacerdocio, en su motivo para luchar.

Todo era desesperanza, dolor y efectos secundarios del tratamiento, hasta que una misa, organizada por un compañero de clase, le mostró la presencia edificante de Dios.

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