En la mañana de un día de febrero de 2023, Juan Sebastián Samboní Lasso, un joven de 23 años que estudiaba arquitectura, salió de su casa en Popayán tras recibir una llamada inesperada. Antes de partir, le dijo a su madre, Olga Lucía Lasso: “Yo vengo rápido, yo no me demoro”. Pero nunca volvió.
Gracias al GPS de la camioneta en la que se había marchado, Olga pudo rastrear su ubicación y fue al lugar junto a uno de sus empleados. Más tarde, cuando regresaron con la policía, fue ella quien encontró a su hijo muerto dentro del vehículo, junto a varias pistas dejadas por el asesino.
A pesar de que su vida parecía transcurrir con normalidad, Juan Sebastián enfrentaba un problema económico considerable: una multa de tránsito que superaba los 50 millones de pesos. Su madre le había entregado el dinero para cubrir la deuda, pero esa gran suma también había desaparecido.
La familia alertó a las autoridades sobre Daniel Fernando Espinosa Ruano, un amigo cercano que se había ofrecido a ayudar con el trámite de la multa. Posteriormente, se determinó que Daniel Espinosa fue el autor del crimen. La relación de confianza que existía entre ambos facilitó el engaño y la traición.
Aunque el hecho ocurrió hace más de un año, es un recordatorio de que no se debe confiar ciegamente en nadie, ya que incluso las personas más cercanas pueden traicionar de las formas más inesperadas.
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