Este lunes 29 de julio, manifestantes en Coro, Estado Falcón, Venezuela, derribaron una estatua del fallecido presidente Hugo Chávez en protesta por los resultados de las recientes elecciones presidenciales. La acción se produjo en medio de una creciente tensión política tras la reelección de Nicolás Maduro para un nuevo mandato de seis años, un resultado que ha sido ampliamente cuestionado por la oposición.
Los manifestantes, indignados por lo que consideran un fraude electoral, arremetieron contra la estatua de Chávez, símbolo del chavismo en la región. Este acto de protesta se suma a una serie de demostraciones de descontento en diferentes partes del país, donde la población exige transparencia y un proceso electoral justo.
El presidente Maduro ha denunciado estos actos como intentos de desestabilización y ha acusado a la oposición de planear un golpe de Estado de carácter fascista. “Están ensayando los primeros pasos fracasados para desestabilizar a Venezuela y para imponerle otra vez un manto de agresiones y de daño a Venezuela”, declaró Maduro durante el acto en el Consejo Nacional Electoral donde fue proclamado ganador.
La situación en Venezuela ha generado preocupación a nivel internacional. Nueve países de América Latina, incluyendo Uruguay, Argentina, y Perú, han solicitado una reunión urgente de la Organización de Estados Americanos (OEA) para abordar los resultados electorales y garantizar la transparencia del proceso.
Mientras tanto, las autoridades venezolanas continúan enfrentándose a un clima de creciente tensión y descontento popular, con la ciudadanía exigiendo cambios y soluciones inmediatas a la crisis política que atraviesa el país.
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